jueves, 31 de octubre de 2013

Microrelato: Hongo



Foto tomada por Paipateroma

Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión...


Desde las ventanillas divisaban como, en el enorme océano azul, comenzaba a dibujarse un mosaico de islas, diminutas, rodeadas por halos de mar verde esmeralda. Las playas de arena podían adivinarse en los recortes de algunas costas. 


John daba saltitos nerviosos sobre su asiento. Mientras Mike, a su lado, pasaba las páginas de una revista sobre Japón, no la leía, sólo observaba, sonriendo, las pintorescas fotos.

Escucharon la voz del piloto:

-Falta un minuto.


Mike tiró la revista y saltó de su asiento, seguido por John, era el momento. Retiraron los seguros, abrieron las compuertas y soltaron la bomba.






lunes, 28 de octubre de 2013

Microrelato: Infancia


Sí papá, pero, ¿y esa?
-Esa no funcionó nunca: la pantalla no se ve, además es en blanco y negro ¡Y de las antiguas! ¡Tiene lámparas en lugar de transistores! ¡Te lo enseñaré!

Dio la vuelta al televisor y, quitando cuatro tornillos, separó la abombada tapa. El aire quedó enrarecido por pequeños cúmulos de polvo. Volvió la espalda para enchufarlo y su hijo se quedó mirando: El fluido eléctrico inundó, como un río de fuego, toda la ciudad de fantasía compuesta de lamparitas. Un brillo incandescente y sonoro titilaba llameante dentro de cúpulas de cristal, el niño gritó.


-¡Sí papá funciona! ¡Pero estaba al revés!


viernes, 18 de octubre de 2013

Microrelato: Somos dos tíos fuertes

Somos dos tíos fuertes ¿a que sí? -miraba al niño, que le devolvía unos ojos acuosos enmarcando un puchero contenido.

– Sí, pero tengo miedo. -Su voz temblaba, al igual que sus muslos rígidos con solo pensarlo.

–No pienses en eso.
Todo discurría dentro del orden preceptivo. Había llegado Joel y estaba esperando. El olor a cordero asado llegaba desde fuera inundando la habitación. El murmullo crecía.

Hizo un gesto a Joel al tiempo que acariciaba paternalmente la mejilla del niño.
– Vamos, será solo un momentito.

Mientras corría la sangre, Jesusito no era consciente de los ríos de tinta que surgirían de su Santo Prepucio.