viernes, 18 de febrero de 2011

Llegada a Santiago de Compostela

Llegada a Camino Santiago de CompostelaFoto tomada por Rafa Téllez
El camino ha sido largo, lleno de penalidades, pero también de belleza. Tras adivinar las torres de la catedral desde el Monte do Gozo el corazón bombea con ternura, llenando mi cuerpo de vigor y bienaventuranza. Mi compañera va de mi mano, en este camino que se hace, a la vez, solo y acompañado.

Atrás quedan los albergues humildes, algunos sin agua caliente, otros sin agua corriente, pero en todos ellos calor humano y espíritu hospitalario. Los peregrinos se mezclaban con los turigrinos, pero este camino nos transforma a todos. En muchos albergues reinaba una frase: “El turista exige, el peregrino agradece”.


Atrás queda el caminar solo, y a la vez y bien acompañado: “si te sientes solo cuando estas solo es que estás en mala compañía”. Al parar en cualquier sombra a descansar se entabla una conversación con otro peregrino, de otras tierras: alemán, francés, coreano etc. Al rato una brece despedida y un deseo compartido: ¡buen camino! En los albergues reencuentros y poco a poco se va formando comunidad con personas de diferente condición y religión: profesores, taxistas, niños y mayores, ateos, deportistas, católicos, budistas, ecologistas…y a veces todo junto bajo una condición: la de peregrino a Compostela.
La ensoñación cesa en el Monte do Gozo, miro de nuevo el monumento a la visita del Papa. --“El camino es precristiano --el digo a otro peregrino—“Eso no tiene importancia, lo que importa es que el camino sea post-cristiano y que a todos beneficie”—me contesta emprendiendo el último trecho, camino a la Catedral.
Bajando del monte, comienza la civilización: tantos caminos, andurriales y “corredoiras” dan paso al asfalto, las afueras de una gran ciudad, con polígonos industriales y bloques de cemento…atrás quedaron rebaños de vacas entre casas de piedra y niebla. Por fin ascendemos por el casco antíguo, hacia la Catedral, calles de piedra pulida, donde los bastones resbalan con sus punteras metálicas, mejor sería guardar el bastón, pero no puedo, el ritmo del bastón peregrino se ha convertido en compás de mi alma.

Bajo una amplia escalinata, a espaldas de la Catedrál, ya falta poco, la plaza de las Platerias bulle de gentío, doblo las esquinas y al fin veo la portada principal. Majestuosa: esperando, subo los últimos tramos las escaleras, 33 escalones y entro al pórtico de la gloria: “la biblia de piedra”: allí están los apostoles, Santiago, Jesucristo, los ancianos del apocalipsis como banda de música, incluso los pecadores condenados al fuego, también una figura, desde una esquina me mira con una sonrisa y una probeta entre las manos: —“lo conseguiste—susurra—ya tienes la gran obra, el plomo astral se ha transformado en oro con el soplo y el fuego del camino”. Poso mi mano ante la columna central, donde miles de peregrinos antes que yo, dejaron huella al posar las suyas.

Entro en la catedral y me arrodillo ante la figura del Maestro Mateo, jefe de los canteros que supieron plasmar un simbolismo que aún no se leer y le doy los cabezazos o “croques”, la tradición dice que así, parte de la sabiduría pasa al peregrino.

El último rito: abrazar al Santo: se hace un recorrido que traza una señal de infinito: alrededor del altar mayor, internándose en el altar para subir al Santo y abrazarlo mirando desde su punto de vista privilegiado, después bajar hasta el sepulcro. Y salir ascendiendo al suelo firme: “Rodear lo sagrado, ascender, unirse y ver desde arriba, bajar hasta la tumba y salir de nuevo al mundo”…

Después Misa del Peregrino, tuve suerte, un grupo de peregrinos alemanes pagó una buena suma de dinero al cabildo catedralicio, por lo que hoy el Botafumeiro será puesto en marcha: “poderoso caballero es don dinero”, impresionante el movimiento pendular que atraviesa todo el cruceiro esparciendo el aroma de incienso.

El viaje ha terminado, la peregrinación continuará toda la vida, paso a paso, siempre hacia Compostela (Campus estelae: el campo de estrellas), intentando con el caminar liberarme del plomo y otras escorias para que mi alma brille como el oro, suba lo que tenga que subir y baje a tierra lo que tenga que bajar.¡Buen camino a todos!

2 comentarios:

  1. Me encanta la idea viajera de tu nuevo blog. No es necesario ir demasiado lejos, ni con mucho dinero, ni acompañado innecesariamente. Puedes viajar en tu propia ciudad solo con llevar los ojos bien abiertos, y el corazón dispuesto para el encuentro inesperado. Te deseo buena suerte en este trayecto iniciático que emprendes en esta nueva etapa vital.

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  2. Gracias Maria, intento transmitir eso, que la vida es un viaje estés donde estés.

    un abrazo

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