El ruso Kasparov comiendo, junto a un grupo de guerrilleros, durante la Guerra Civil |
¿Qué ocurre cuando un personaje secundario gana protagonismo?
Eso le ocurrió a Kasparov, o "el Caracol", que es así como lo apodaban sus camaradas españoles. Aquel ruso era un tipo raro y callado. Cuando hablaba español lo hacía bien, aunque silbaba las eses y arrastraba las erres, además siempre se aseguraba de ser entendido y terminaba preguntando "¿Sííí?". El problema no era su el acento, sino su mal fario: estaba obsesionado con la idea de ser capturado y torturado. Cada vez que hacía un amigo intentaba comprometerlo con lo mismo:"Si quedo atrrass herrido, o ves que me capturran, ¡me matarrás!, ¿sííí?".
El Caracol era dinamitero, saboteador experto en las Brigadas Internacionales, parte de sus andanzas están recogidas en el relato de "Chato el Furtivo". El ruso aparece en escena como personaje secundario al que el protagonista, "El Chato", un cazador furtivo de Ronda enrolado a la causa republicana y que, tras refriegas por su serranía, acaba en el frente de Madrid. Allí tendrá que acompañar y escoltar a Kasparov en una misión de sabotaje tras las lineas enemigas.
La cosa no queda aquí. Tal es el poder de persuasión e influencia del ruso, que además de cruzar las lineas enemigas, cruza las lineas narrativas. Kasparov se infiltra en otros relatos de "La Guerra Nuestra", recopilación de cuentos de la guerra a caballo entre la ficción y las historias que nos contaron nuestros mayores. El Caracol ya estaba en Bilbao, y ya era conocido por ese apodo, cuando, a comienzos de la guerra, Buenaventura de Dios y su grupo de milicianos de UGT custodiaban el edificio de la Delegación Diplomática de la Unión Soviética. Kasparov también se juega los cuartos en más de una ocasión con la horma de su zapato: Ángel, un agente de inteligencia que juega su papel como ángel exterminador del lado de los franquistas.
Así es la trayectoria sinuosa de este ruso intrigante, entra y sale del escenario de guerra, de un relato a otro, aportando pocos datos de sí mismo y menos aún de las misiones que realiza. Un personaje casi sin existencia pero con una presencia velada que lo llena todo.
¿Quién es Kasparov?, por qué un ruso desconocido atesora tal poder de persuasión que seduce a varios escritores permitiéndose así multiplicar sus misiones e influencia en el trascurso de la guerra. Kasparov aparece en "Chato el Furtivo", pero no es invención mía, ni me lo contaron mis mayores. Lo reconozco, soy otro escritor persuadido, seducido por Kaskin, que así se llamaba originariamente.
Kashkin es un dinamitero ruso que no aparece en "Por Quién Doblan las Campanas", pero que es mencionado por otros personajes con los que se encuentra Robert Jordan, el alter ego de Ernest Hemingway, protagonista de tan impecable novela sobre la Guerra Civil Española. Impecable, entre otras cosas, porque el escritor participó como miembro de las Brigadas Internacionales. Kashkin no aparece en toda la novela, pero en varias ocasiones ocupa conversaciones y comentarios "ese ruso raro y nervioso con miedo a la tortura"... quizá Hemingway tampoco lo conoció nunca, pero se coló en su novela desde las conversaciones de sus compañeros de armas.
Y así, el ruso intrigante seduce y se cuela en las mentes de los escritores, multiplica sus misiones y sus sabotajes en un homenaje a esos soldados desconocidos que vinieron de tan lejos a luchar en una guerra perdida en lo material, pero quizá ganada desde otros planos. Por el momento, Kashkin goza de buena salud.
Interesante y acertado: cuando los secundarios acaban siendo protagonistas.
ResponderEliminarKashkin, Kasparov, Caracol...este ruso de ficción tiene hasta foto en la última entrada de Las ojeras del lobo. El primero de la izquierda, cómo no.
Acertada visión lupina, querido amigo, este ruso tiene algo de arquetípico que nos inspira a escribir. Echaré una ojeada a esa foto.
ResponderEliminar