Hola a tod@s, he pasado unos días bastante fastidiado debido a lo que en principio parecía una gripe y que poco a poco se fue complicando. Los antiguos griegos se referían a la respiración como pneuma, término que también se refería al espíritu y a el alma; también en India se habla del prana, siendo este término usado para respiración y para energía vital. Parece que de eso va la cosa: cuando se nos va la respiración, se nos va la vida.
Spoiler: así no era |
Me encontraba durmiendo, de manera entrecortada, entre toses y microdespertares. En esa zona liminal entre la vigilia y el sueño -como en otras ocasiones en las que he recibido algún etéreo visitante de dormitorio- noté la cercanía de una mujer elegante, de piel clara y cabello negro. Sus facciones eran finas y cinceladas y me miraba de manera enigmática, dio varias vueltas alrededor de la cama, captando mi atención hasta que de modo sutil, casi como si fuera parte de un guion ensayado, se acercó a mí y me besó en los labios. Me sentí entonces dando vueltas en una extraña espiral, abrazado y besado por ella en una especie de baile elegante. La espiral subía y desde la altura pude ver abajo lo que parecía un patio de colegio. En ese patio pude distinguir varios corrillos de niños jugando, eran algunos amigos de la infancia, también había corrillos de mi época del Instituto y de la Universidad, algunos familiares y amigos; ninguna persona relacionada con mi entorno laboral. Entonces, aún subiendo la espiral, fijé la mirada en mi mujer y mis hij@s y por alguna razón, se me vino a la mente la cuenta bancaria y la cantidad de hipoteca que aún nos queda por pagar. Empezar a hacer cálculos fue algo que me sacó del hechizo del beso de la muerte. Regresé a aquel patio y me puse a explicar a mi mujer e hij@s los cálculos económicos y que podríamos afrontar los pagos sin grandes problemas.
En ese momento, sufrí un potente ataque de tos que me hizo incorporarme de la cama y dirigirme al cuarto de baño, donde, como en noches anteriores, repetí la rutina de toser y escupir entre ahogos y dolores de cabeza y cuerpo; con la ligera diferencia de que esta vez el dolor y la congestión eran mayores a los experimentados en recientes ocasiones. Los esputos que expulsé eran más oscuros, casi negros. Mi mujer, observadora abnegada de mis fenómenos magufos, me dijo que, justo antes de este episodio de tos repentina, había empezado a asustarse ya que llevaba un rato viendo como mi respiración era muy débil.
...así tampoco... |