Consciencia emergente. Foto tomada por Rafa Téllez |
Queridos lectores.
Esto me sucedió hace muchos años, siendo yo un adolescente. Supuso un verdadero viaje
a oriente, a pesar de que no me alejé físicamente de mi ciudad, Sevilla.
Fue durante un fin de semana en el que un conocido Dojo Zen
de Sevilla abría sus puertas para unas jornadas introductorias al budismo Zen.
Entonces, junto a un grupo de amigos, adolescentes todos y con las cabezas
llenas de ilusiones y fantasias acerca del Japón feudal y el misticismo Samurai,
asistimos a dichas jornadas.
El impacto fue tremendo: esperábamos alguna conferencia o
acto vistoso y en lugar de ello nos encontramos en una minimalista sala y rodeados por lo que nosotros considerábamos “gente
mayor”, algunos practicantes y otros profanos cómo nosotros. Todos sentados
sobre zafus e intentando meditar mirando a la pared. El lapso de tiempo intentando meditar se nos
hizo eterno. Tras esto caminamos un poco por la sala realizando meditación
caminando y posteriormente nos invitaron a sentarnos a meditar de nuevo… para
nuestras mentes, aún infantiles, eso ya
era demasiado, aguantamos la situación
cómo pudimos y nos vimos aliviados cuando terminó esta nueva sentada.
Fue entonces cuando los miembros del Dojo Zen nos invitaron
a hablar y compartir nuestras impresiones. Algunos de los asistente preguntaron
acerca de la respiración, la postura, etc. Recuerdo que yo pregunté algo acerca
del concepto Zen de vencer sin luchar, no entendía cómo se podía vencer sin luchar
ante el posible ataque de un malhechor… uno de mis compañeros comentó que le
gustaría practicar el tiro con arco Zen y preguntó si era posible practicarlo
en aquel Dojo.
Cuando terminó el turno de preguntas, el hombre que parecía
tener más autoridad en el Dojo respondió a cada uno sobre sus dudas. A nosotros nos miró con gesto impasible y nos dijo: “Queréis luchar y vencer, ser
campeones de Karate, queréis practicar
el tiro con arco Zen… pero en este Dojo no tenemos nada de eso: aquí no hay
arcos ni dianas… pero si tenemos un váter ¿queréis practicar el Zen de limpiar
el váter?... os aseguro que es el mismo Zen”
Ante esta respuesta tragamos saliva y nos miramos unos a
otros espantados. Cuando la sesión terminó y
mis amigos y yo salimos del Dojo, apretamos el paso y nos alejamos
veloces murmurando entre dientes…
No habíamos entendido nada y sin embargo habíamos recibido
nuestra primera lección de Zen: un regalo inapreciable entonces pero que, cual
semilla ha ido germinando con nuestra maduración. Los años pasan y las
consciencias maduran. Todavía hoy, cuando me reencuentro con alguno de aquellos
amigos recordamos esta “batallita del Dharma” y reímos a carcajadas… ahora
entendemos que el Zen de tirar con arco y el de limpiar el váter son el mismo
Zen (y la práctica del váter está además disponible por doquier).
. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años