Queridos lectores, he quedado finalista en el Concurso de Cuentos de Navidad del Área de Pediatría del Hospital Virgen Macarena, quería compartir esta alegría con vosotros/as. Este es el cuento, por si os apetece leerlo:
"El Castillo de Alimentos"
Érase una vez un país muy lejano, donde la gente vivía feliz.
Cultivaban los campos y recogían los frutos, con el trigo
hacían pan y galletas y de los árboles
cogían frutas: naranjas, peras, manzanas. También cuidaban el
ganado, de las vacas sacaban leche y hacían queso y yogur.
Todos eran felices porque podían trabajar y conseguir la
comida.
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Imagen de dominio público de Wikimedia Commons, fuente: Projeckt Runeberg |
Pedro
era un niño pastor, cuidaba su rebaño de ovejas y las paseaba por
el campo para que comieran mucha hierba, una vez al año esquilaba
las ovejas y conseguía lana. Después
toda su familia hilaba la lana y juntos hacían ropa para no tener
frío. Estaban todos atareados haciendo
gorros, bufandas y jerseys, porque se acercaba la navidad y empezaba
a hacer mucho frío.
Una
mañana, cuando Pedro iba por el campo con su rebaño, notó que las
ovejas estaban nerviosas, miró hacia arriba y vio un dragón
volando por los cielos. Pedro al verlo se asustó y se escondió en
un bosque con sus ovejas. El dragón era muy grande y volaba rápido
echando fuego por la boca, todo el mundo corría y se escondía
porque tenía miedo. Entonces el dragón bajó del cielo y con su
fuego quemó muchos cultivos, las plantas ardieron y mucha gente se
quedó sin trigo para hacer pan. El monstruo también quemó muchos
árboles así que alguna gente no pudo coger frutas. Al
dragón le entró hambre y entonces empezó a comerse las vacas, las
ovejas y otros animales. Por eso alguna gente empezó a no tener
leche, ni queso, ni pan, ni galletas ni nada para comer, y empezaron
a tener hambre y a estar muy tristes, porque se les había estropeado
la navidad.
Era
triste de verdad, porque que se habían quemado muchos campos y
desaparecido muchos animales, pero no todos. Había sitios donde
todavía había comida. Pedro había salvado sus ovejas y su familia
y muchas otras que todavía tenían comida. Entonces pensaron
construir un castillo grande donde el dragón no podía entrar. El
castillo tenía un foso de agua alrededor y torres muy altas que
asustaban al dragón. Y dentro del castillo empezaron a llevar toda
la comida que podían reunir. Así, las familias que lo habían
perdido todo, pudieron ir al castillo a recoger la comida para poder
celebrar la cena de navidad y ser felices.
Pero
al día siguiente de navidad, Pedro pensó que el problema del dragón
seguía existiendo y que si no lo
resolvían, el dragón seguiría atacando y tarde o temprano la
comida guardada en el castillo se acabaría. Así que hizo un plan y
pidió ayuda a todos los habitantes del reino. Entonces se pusieron
todos a trabajar: cogieron la lana de las ovejas y entre todos
tejieron una enorme red. Después Pedro saco al rebaño de ovejas al
campo, al lado de un gran río. Agachados
entre el rebaño estaban todos los vecinos escondidos, como llevaban
ropa blanca de lana, desde lejos parecían también ovejas. Cuando el
dragón vio ese gran rebaño le entraron ganas de comer, así que
bajó del cielo y abrió su boca enorme. Entonces Pedro y el resto de
personas que estaban escondidas agarraron la red de lana y
envolvieron al dragón, que quedó atrapado. Como estaba envuelto en
la red no podía ni abrir la boca para echar fuego. Entre todos los
vecinos tiraron de la red, arrastraron al dragón y lo empujaron al
río. El dragón enredado tragó tanta agua que su fuego se apagó
para siempre y la corriente del río lo alejó muy lejos del reino, y
no volvió nunca jamás.
Entonces
todos aplaudieron a Pedro por su gran idea y desde entonces pudieron
trabajar otra vez tranquilos cultivando los campos, cuidando el
ganado, tejiendo lana y fueron felices muchos años, porque ni en
navidad ni en cualquier otro día volvieron a pasar hambre.
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