lunes, 27 de enero de 2014

RESEÑA: MERIDIANO DE SANGRE, Un viaje al Western

Imagen de Wikimedia Commons

Leer un libro es viajar, en este caso al "Lejano Oeste", a la frontera, pero hablamos a una frontera más allá del territorio y más allá del tópico. Leer Meridiano de Sangre es viajar a las fronteras de la moral y de la ética; de la belleza y lo grotesco; y también, cómo no, la última frontera de la escritura creativa, de la mano de un escritor pionero: Cormac Mc Arthy.


He leído este libro animado por mi buen amigo el escritor Julio Antonio García Lopez, asiduo lector de autores norteamericanos. Me lo recomendó encarecidamente para iniciarme en la narrativa estadounidense de vanguardia. No podía estar más acertado en la propuesta, la lectura ha sido, desde luego, un verdadero viaje iniciático. La prosa directa, rápida, descarnada; inspiradora continua de dilema moral, me hacía sentir estar viendo este viaje como el que ve un episodio de Breaking Bad. 

 Durante el viaje a través del desierto se acompaña a un ¿protagonista?... alguien tan anónimo que el autor cita como "el chaval" y a un ¿antagonista?, el Juez Holden: anti-héroe,  sabio, curioso, resolutivo, malvado, asesino y seductor. El Juez Holden en la Florencia el Renacimiento hubiera sido un humanista, sin embargo en el Salvaje Oeste podríamos considerarlo un "antihumanista". Hay que leer el libro para conocer a Holden, personaje  lleno de matices que nunca deja de sorprender, capaz de acometer desde lo más ingenioso a lo más denigrante.

Image nde Wikimedia Commons

Algunos dicen que Meridiano de Sangre es la última novela del Oeste, al igual que El Quijote fue la última novela de caballería. No les falta razón, y sin querer ser rotundos, podemos observar la desmitificación del Western. Una desmitificación total y ausente de todo tipo de "buenismos hacia el buen salvaje"... en el Salvaje Oeste, salvajes eran todos... Y también se desmitifica el tiroteo florido de la películas de género: disparar un revolver era más difícil de lo que pensamos, la pólvora se terminaba, y los modelos de Colt, en esos tiempos, había que cargarlos de forma lenta y minuciosa: había que colocar bala, pólvora y fulminante por separado y apretarlos con una baqueta. A veces tenían cartuchos, pero eran de papel y había que hacer igualmente el proceso... a pesar de la dificultad, en esta novela se mata, se mata mucho... y de manera cruel, quizá demasiado para mi gusto. Pero la estética y el tremendo trasfondo filosófico, traído de la mano del luciférico Juez Holden, hacen de la novela un verdadero deleite.



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