Ghat de Haridwar, foto tomada por Rafael Téllez |
Muchos son los lugares que me impactaron durante mi viaje a India, hoy echo la vista atrás para recordar uno de ellos: los Ghats de Haridwar.
Un ghat es un elemento fundamental del hinduismo. Se trata de una escalinata o grada de escalones que desemboca en el agua, puede ser el agua de un estanque, lago etc, pero los ghats más importantes son los que desembocan en rios, especialmente el el Ganges, el río sagrado. Una curiosidad: Ganges es el nombre occidental, en India se conoce al río como Ganga, y muy comúnmente se le llama Ganga Ma, "madre Ganges".
Haridwar es una de las ciudades sagradas a orillas de la madre Ganga. Uno de sus principales atractivos son los ghat. A cualquier hora del día se puede ver en ellos a multitud de lugareños, cual enjambre organizado en muy múltiples tareas. Lo primero que me llamó la atención fue la escaséz de turistas occidentales. El paisanaje era más bien conformado por los imponentes sadhus, esos sabios renunciantes que se decican a peregrinar a lo largo del río, brahamanes y sacerdotes de diversa índole, así cómo famílias enteras de indios en viaje de placer o peregrinación religiosa.
Es difícil hacerse a un ritmo tan desconocido, por mucha guía del trotamundos que uno tenga es dificil orientarse, y quizá eso sea lo mejor, dedicarse a girar como un derviche intentando captar el rítmo cósmico. Pude así observar a gente que parecía simplemente darse un baño en calzoncillos, algunos incluso se cepillaban los dientes. Por otro lado grupos de sadhus dedicados a diferentes tareas, fumar marihana, meditar, etc se mazcalban con negocios varios, cómo vendedores de té que se movían de arriba a abajo con sus enormes teteras, tenderetes que ofertaban flores de caléndula, barquitas de hoja prensada, velas y otros elementos para confeccionar ofrendas que arrojar al río. Todo ello en un caos ruidoso y tan fluido como el río.
Al caer la tarde todo pareció armonizarse, con la caida del sol, todos los grupos parecieron cesar sus actividades y congregarse en torno a una tarea común, el Aarti. La ceremonia de ofrenda al río. Multitud de brahamanes comienzan a cantar y a agitar candelabros enormes frente al río. Todos los asistentes corean los cánticos al unísono, y por un momento parece rodearnos la eternidad.
Yo solo conozco los ghats de Benarés y me parecieron alucinantes: toda la vida y toda la muerte de la ciudad bajaba y subía por sus escalones. Y la ceremonia de Aarti, Impactante.
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